A finales de los años 80 y 90 una compañía no era nada sin una buena mascoa que fungiera como bandera y juegos protagonizados por ella. Estos títulos eran un negocio planeado con mucha meticulosidad: en la época de mayor auge se llegó a invertir mucho en la imagen de la mascota, la cual era a veces resultado de toda serie de estudios psicológicos y encuestas a fin de crear la ideal.
Si lo vemos por ese lado, las mascotas son un gran negocio: nunca se quejan por hacer cosas ridículas, no querran renegociar su contrato, no requieren alimentación y, sí son exitosas, no importa el juego en que las pongas, venderán, incluso a lo largo del tiempo las más exitosas se convierten en íconos de la cultura popular.