Éste protege el derecho de todos los seres humanos a alimentarse con dignidad, ya sea produciendo su propio alimento o adquiriéndolo. Además forma parte de los derechos humanos y reconocidos por la legislación internacional.
Para producir su propio alimento, una persona necesita tierra, semillas, agua y otros recursos, mientras que para comprarlo, necesita dinero y la posibilidad de acceder al mercado. El derecho a la alimentación requiere por lo tanto, que los países proporcionen un entorno propicio en el que las personas puedan desarrollar plenamente su potencial para producir o procurarse una alimentación adecuada para ellas y sus familias.