El anime es un fenómeno cultural imparable, que hoy representa más del 60 por ciento de las transmisiones animadas a nivel mundial. Porque ser otaku es saber que la imaginación no tiene fronteras. Contrario a la idea que muchos de los fans más radicales suelen alimentar, sobre una supuesta rivalidad entre la animación occidental (el cartoon) y el anime (encuentralos en AnimeYT), este último es uno de los más claros ejemplos de la sana y enrquecedora retroalimentación que suele darse entre las manifestaciones artísticas.
El anime surgió a principios del siglo pasado, desde su génesis misma, el anime fue influido por propuestas orinadas en lugares fuera de las fronteras de Japón, que le sirvieron como base para realizar su propia exploración, tanto creativa como de métodos de manufactura. Esto dio como resultado lo que hoy conocemos como el anime moderno y entre el cual encontramos a Dragon Ball Super, la más reciente entrega de Gokú y sus amigos. Fue este encuentro de sensibilidades estéticas el que dio como resultado una industria de producción brutal, una fenómeno cultural con identidad propia.