Está debidamente comprobado que sapos, culebras, peces mejores, lagartijas y hasta paja pueden caer con el agua de lluvia. Las fuertes corrientes de aire de las trombas y los tornados son capaces de levantarlos, mantenerlos arriba durante un rato (como estuvieron los gimnastas de los pasados Juegos 2012) y dejarlos caer cuando amaina la fuerza inicial de aquéllas.
Un remolino de aire succiona de abajo hacía arriba. Puede pasar por una charca, levantar ranas, sapos, culebras de agua, ajolotes (Aquí en México ha pasado) y mantenerlos en las alturas mientras perdure la fuerza del viento. Varios kilómetros más adelante, cuando ésta amaine, los animales caerán a tierra. Puede suceder que una tromba recoja pececillos a su paso por el mar y los traslade a tierra adentro, provocando una lluvia de peces chicos, como ocurrió en Florida en 1968. Desde 1921, el Museo de Historia Natural estadounidense recibe reportes de este tipo de lluvias para clasificarlas y contabilizarlas.